Hablamos con este grupo de diseñadoras, makers y arquitectas que cuestiona y rediseña herramientas que utilizamos en nuestra vida cotidiana para depender menos de la alta tecnología.
El proyecto Slow Lab empezó en 2021 cuando Paula, Audrey y Gerda estudiaban el máster en diseño para futuros emergentes de IAAC x FabLab x Elisava. A éste se unieron Julia, experta en biomateriales, y Valentina, en paisajismo. En la intersección entre el slow movement y low tech, son un colectivo de diseñadoras, makers y arquitectas que busca crear conciencia y promover modos de vida resilientes.
Desde el Akasha Hub en el Clot, cuestionan y rediseñan las herramientas que utilizamos en nuestra vida cotidiana para depender menos de la alta tecnología o high tech. Para ello organizan eventos sociales y crean artefactos para abrir conversaciones alrededor de cómo integrar técnicas ancestrales a nuestro contexto actual.
Aprovechando su paso por «Neomateria 2024. Cocinando nuevos materiales», donde impartieron un taller sobre fuentes de energía alternativas para la fabricación de biomateriales, hablamos con ellas de su proyecto y sobre cómo puede encajar en los ámbitos de la artesanía o en la investigación y el desarrollo de nuevos materiales. Y si lees hasta el final, podrás descargarte los planos open source de los modelos de deshidratador solar que se construyeron durante los días de taller.
¿Qué es Slow Lab y qué objetivo hay detrás?
Somos un colectivo de diseñadoras, arquitectas y makers interesadas en la low tech, baja tecnología o tecnologías apropiadas. Hay muchas maneras de decirlo, pero en definitiva es otro enfoque a la tecnología y utilizar menos recursos, aprovechando la energía de los elementos naturales, como el sol o la humana. También buscamos inspiración en técnicas ancestrales que queremos rescatar y adaptar a nuestras vidas modernas.
¿A través de qué tipos de proyectos?
Empezamos a través de eventos sociales y festivos. El primero fue un brunch solar, que hemos repetido en distintas ocasiones, en los que cocinamos utilizando el sol a través de distintos hornos solares, parabólico o en cajas. El mundo de la gastronomía es una buena manera de reunir a gente y poder compartir este enfoque de manera divertida.
Además, realizamos talleres de autoconstrucción de este tipo de herramientas y otros relacionados con la energía. Por ejemplo, conectamos una bicicleta a unos altavoces y aprovechando la energía humana ambientamos con música estos eventos que organizamos. O hacemos cócteles conectándola con una batidora. También incluimos una nevera pasiva que utiliza agua dentro de una cámara de cerámica y por evaporación disminuye la temperatura.
Es una buena manera de entender la potencia que puedes generar con tus piernas y compararlo con la energía que utilizas en casa. Son eventos para que la gente pruebe estas herramientas, entiendan cómo funcionan y decidan cómo pueden cuadrar con sus vidas o qué pueden incluir.
Centráis gran parte de vuestra investigación en la alimentación. ¿Cómo podría encajar en el ámbito de la artesanía?
El deshidratador solar, por ejemplo, se puede utilizar mucho en la producción de biomateriales, cerámica o productos de papel, para calentar y secar cosas. También la energía humana para crear un motor. Son herramientas muy básicas que se pueden adaptar a nuevos usos.
Pero no solo en los procesos encaja, la artesanía también puede entrar en la fabricación de estas herramientas, bien diseñadas y bien hechas. Ayudaría en la divulgación del movimiento low tech.
¿Qué ventajas para el oficio artesano tendría optar por el movimiento low tech?
Si lo que se quiere es reducir el impacto ambiental o el impacto negativo de la energía, ya sea en el taller o en el ámbito doméstico, añadir alguna de estas herramientas en el proceso artesanal puede ayudar. Otra ventaja es el ahorro en el coste económico que supone el uso de la baja energía. La producción de cerámica en horno sería un claro ejemplo en el que utilizar la energía solar a través de estas herramientas y aprovechar sus ventajas.
Hay que tener cuenta que cuantos menos recursos tienes, más creativo te vuelves. En un futuro no tan lejano podríamos tener un uso limitado a la energía, así que disponer de alternativas es interesante.
Y en la investigación y el desarrollo de nuevos materiales, ¿cómo se pueden integrar las técnicas low tech?
En la producción de materiales que provienen de residuos, utilizando los deshidratadores que hemos construido en el taller de esta edición de Neomateria se puede trabajar con materiales residuales de la industria agrícola o de la restauración para aprovechar la biomasa que tenemos, mezclar con aglutinantes naturales y crear nuevos materiales.
En cuanto a materiales, desde Slow Lab tenemos en cuenta cuáles podemos incorporar en este tipo de herramientas, tanto materiales de desecho que recuperamos como nuevos materiales para reducir el impacto de nuestros prototipos. Por ejemplo, se puede utilizar el micelio, que es muy buen aislante.
Reparar, reaprovechar, reciclar, transformar. Son conceptos que cada vez están más ligados a las prácticas creativas. Pero también existe la tendencia, no incompatible, de experimentar con nuevas técnicas y tecnologías. Por ejemplo, la fabricación digital o la impresión 3D. ¿Cómo puede convivir la visión low tech en ese contexto?
No estamos en contra de la alta tecnología. Empezamos el proyecto estudiando el máster en FabLab, en el que utilizamos la impresión 3D, máquinas de corte por láser CNC y otras herramientas estándar de la industria. Creemos que se debe utilizar la tecnología de manera apropiada.
En el marco del programa Neomateria habéis impartido el workshop «Fuentes de energía alternativas». ¿En qué ha consistido exactamente?
Hemos centrado el taller en explicar cómo construir dos modelos diferentes de deshidratador solar, paso por paso. Hemos adaptado el diseño para que pueda utilizarse en un piso típico de Barcelona. Dividimos el grupo de 20 personas para poder montar los dos modelos de deshidratador y al final los pusimos a prueba.
¿Cuáles han sido los resultados más destacados?
La mayoría de participantes no habían utilizado nunca este tipo de herramientas. El feedback fue muy positivo. Además, procedían de distintas prácticas artesanales, así que hubo mucho intercambio de ideas, conocimiento y se ayudaban todos mutuamente. Muchos están interesados en construir su propio modelo para utilizarlo en sus procesos creativos. Se creó una comunidad que ha quedado en contacto y con ganas de compartir experiencias, resultados o consejos para mejorar.
Además, vamos a poner uno en nuestro taller y otro en el Ateneu de Fabricació de Les Corts a disposición de quien quiera utilizarlo. Y en nuestra web pronto estarán disponibles los planos open source de los dos modelos de deshidratadores que se construyeron durante el taller.
Y como lo prometido es deuda, Slow Lab ya ha publicado en su web los planos detallados con los materiales necesarios, las herramientas, las medidas y las instrucciones detalladas para que puedas construir tu propio deshidratador solar.