Manifiesto ante el Grado de DiseñoRetos de la plena incorporación de la enseñanza del diseño en el marco del espacio europeo de educación superior La implantación del Grado de Diseño abre un nuevo escenario para la enseñanza y la profesión del diseño. De entrada, representa la definitiva normalización académica de los estudios de diseño dentro del marco del espacio europeo de educación superior, pero también significa alcanzar un reconocimiento social para el diseño que hasta ahora le había sido negado injustificadamente. Culmina, así, un largo proceso que respondía al reclamo de equiparación académica del diseño al resto de carreras universitarias, y que ya se había producido en otros países de nuestro entorno. El reconocimiento del grado, además, no sólo permite la homologación de las titulaciones universitarias o de enseñanza superior y facilita trabajar en el ámbito de los intercambios europeos e internacionales, sino que también abre nuevas perspectivas en el marco académico, como por ejemplo la posibilidad de realizar másteres oficiales, titulaciones de doctorado y programas de investigación. De esta manera, el mundo de la enseñanza suma a sus objetivos de formar a nuevos profesionales el reto de generar nuevos conocimientos dentro del ámbito universitario y alcanzar los máximos niveles de calidad. Todo ello es una excelente noticia por la que hay que felicitarse. Pero, a la vez, en el FAD somos muy conscientes de que la aprobación de los grados genera una situación nueva y compleja que es preciso atender. En primer lugar, aunque el Grado de Diseño haya nacido ahora, el diseño y la enseñanza del diseño en nuestro país ya tienen cuatro décadas, o más, de existencia y se han entregado otras titulaciones, aunque sean de validez académica inferior al grado. Por eso, entendemos que hay que poner en marcha mecanismos de equiparación que permitan normalizar la nueva situación y ofrecer la oportunidad a las titulaciones anteriores de equipararse a la nueva titulación. Consideraríamos un hecho muy preocupante que, en el futuro, se consolidasen dos categorías socioprofesionales, con derechos diferentes, en función únicamente de las oportunidades de estudios que se ofrecían en otros periodos. Una situación como ésta sería, ciertamente, un perjuicio para los intereses particulares y colectivos de las anteriores promociones de diseñadores (en lo que concierne al reconocimiento social de unas competencias laborales o a las posibilitadas de contratar con la Administración, etc.), pero sobre todo plantea un problema de alcance más general: puesto que en otros países de nuestro entorno existen desde hace años titulaciones homologadas, podría establecerse durante años una asimetría con respecto al resto de Europa que acabaría afectando la capacidad competitiva de los profesionales de nuestro país. En segundo lugar, nos preocupa de qué manera la nueva situación impactará en el mundo de la enseñanza del diseño. Los grados de diseño obligan a una serie de cambios que afectan a los planes de estudios, a la organización y las actividades de los centros y a las titulaciones y contrataciones del profesorado que, sin necesidad de considerarlos negativos en sí mismos, sí que plantean graves problemas. Resulta poco razonable pedir la constitución inmediata de equipos de profesores licenciados y doctores para la enseñanza de una disciplina que hasta ahora ha tenido oportunidades tan limitadas de generarlos; y menos realista aún si no se permite a los anteriores titulados convalidar sus titulaciones y proseguir con su formación. Entendemos, asimismo, que, en unos estudios con una orientación básicamente profesionalizadora y con un potencial de investigación aplicada muy importante, no se pueden desestimar las aportaciones de los profesionales. En este sentido, las actuales exigencias de porcentajes de doctores y de contrataciones a tiempo completo pueden mostrarse, lejos de lo que pretenden, disfuncionales en la consecución de objetivos de calidad, tal y como ya ha reconocido la propia Agencia de Calidad del Sistema Universitario Catalán. Todas estas cuestiones plantean incógnitas y provocan temores en el sector que sólo se podrán disipar si las autoridades educativas arbitran medidas que permitan adecuar los requisitos académicos a una realidad de partida que es el resultado de una historia y una tradición de la enseñanza del diseño en nuestro país. En el FAD creemos que la Administración tiene que abordar esta problemática y tiene que establecer procedimientos que permitan: a) Establecer mecanismos curriculares que posibiliten la obtención de la nueva titulación del grado desde las titulaciones anteriores, con los complementos de créditos que sean pertinentes, en función de cada una de las diferentes titulaciones anteriores. b) Tomar en consideración la experiencia profesional y docente, puesto que, cuanto más antiguos son los estudios, menos valor académico suelen tener. En este punto, las asociaciones y los colegios profesionales tienen un papel importante que hacer y el FAD muestra su disponibilidad a desempeñarlo. c) Reconsiderar el porcentaje de doctores para titulaciones como la de diseño o, alternativamente, establecer un plazo de adaptación a la normativa legal, que, por razones ampliamente justificables, no puede ser el mismo que el de los grados que parten de las antiguas licenciaturas. d) La razonabilidad de este planteamiento es prácticamente inapelable y no persigue la obtención de ninguna ventaja particular, sino precisamente lo que el grado posibilita: dar un salto cualitativo en el sistema de enseñanza superior. Estamos convencidos de que el sector del diseño y de la enseñanza del diseño es enormemente rico y dinámico y sabrá demostrar su potencial de transformación, actualización y adecuación en la medida en que se creen las condiciones apropiadas. Firman: |
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